domingo, 13 de septiembre de 2015

Polvo de estrellas

Se repite uno de los tantos días en que me encuentro sentada intentando plasmar las cosas que llevo pensando cientos de horas, otra vez las ojeras y la ansiedad toman el control.

Ha pasado ya un año desde que partí en un rumbo distinto intentando cambiar la situación, intentando cambiarme a mi misma. Como todo lo existente en el universo me he transformado en una mejor versión que es más sabia, más paciente y comprensiva y en teoría más fuerte también.
Digo esto así porque puedo ya soportar muchos de los obstáculos y golpes que pone la vida pero hay algo que aún no cambia, algo que aún es mi debilidad.

Hay un dolor que lleva su nombre.
Hay marcas en el alma que aún no pueden ser borradas.

Nunca pensé que experimentaría uno de esos amores fatales, esos que con solo mencionarlos te atraviesan los pensamientos como balas y te dejan en el suelo fatigada, inmóvil y en pedazos. Entonces queda reconstruirse una vez más, poner las cosas en orden y esperar en guardia a la siguiente estocada. 
Hace un año aquellos golpes destruían todo mi ser por completo; hoy se reducen a destruir mis creencias, sueños y esperanzas en el amor, como si fuera una estrella fugaz que nunca más volveré a ver.

Me dieron ganas hoy de escribir mis frustraciones de la semana mientras bebía una taza de café y construí un pensamiento parafraseando a algunos de los científicos más queridos del mundo: si todos somos hechos de polvo estelar, de alguna estrella que murió hace millones de años en una explosión maravillosa entonces tal vez vagamos por el mundo intentando encontrar a una persona hecha de la misma estrella; lo más profundo y pequeño de nuestro ser, cada átomo que nos constituye lo sabría y lo reconocería y entonces juntos volveríamos a brillar.
Lo bueno de eso es que deja un amplio rango de posibilidades.
Lo malo de eso es que no nos dice qué pasa cuando pierdes a tu estrella. Tal vez volver a estallar en pedazos. Tal vez nunca más volver a ser una estrella.


Hasta la próxima tristeza auspiciada por sus recuerdos. Quién sabe si mañana, en una semana, un mes o yo que se, con él nunca se sabe.

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