martes, 26 de mayo de 2015

5 años

La primera vez que fui a terapia recuerdo una sesión en la que me dijeron:
"Descubre tu miedo, mira cómo es"

Mi miedo es una bola negra de ojos vacíos que se esconde en mi ombligo.

De aquella ocasión ya son 4 años y la bola negra que se escondía ha vuelto a aparecer. 
Me recuerda lo poco que he conseguido, lo poco que he avanzado.
El nudo en mi ombligo me pregunta cada día a cada instante "¿y ahora qué vas a hacer?". Desde hace casi un año no puedo dormir bien, entre los insomnios o malos sueños provocados por un mal de amor de proporciones monumentales están las preocupaciones por lo que haré por el resto de mis días hasta una muerte natural o hasta que algo me mate.

Sé que hablo mucho de esto pero es algo de lo que no me puedo liberar, me quiebra, cada vez que pienso en eso (que es el 80% del tiempo) vuelve la nausea, sube y se estanca haciendo un nudo en mi garganta, las lágrimas quieren escaparse y no es que quiera llorar, al contrario lo evito con todas mis fuerzas y me repito que debo ser fuerte, pero simplemente esta circunstancia en la que me encuentro forma una tormenta de emociones tristes y poco optimistas que se desbordan por mis ojos.

El miedo, el monstruo lo logra, me hace acuerdo que ya son 5 años desde que terminé mis estudios en el colegio, esa época crucial en la que se tiene poca visión de lo que se quiere estudiar y poco tiempo para decidir. Ahora que veo las cosas en retrospectiva me hubiera gustado esperar antes de entrar a estudiar algo y tener las cosas más claras, se que irónicamente hubiera ahorrado con eso mucho tiempo y muchas noches tristes.

Hace aproximadamente un mes encontré vídeos de personas que se dieron cuenta que aquello que estaban estudiando no era lo que quería y lo dejaron, o aquellos que acabaron sus estudios pero contaban con un trabajo que les hacía miserables. Puedo claramente identificarme con todo eso a excepción de una cosa: todos ellos tenían claro para qué eran buenos y cuáles eran sus pasiones.

Mi miseria no se queda en que no se qué hacer desde el momento en que esté graduada, sino en ni siquiera saber para qué cosas soy realmente buena y qué cosas me llenan completamente. Hace aproximadamente un año me he centrado en esa búsqueda, en ese llamado, ese "encontrar para qué naciste".

Esto me hacen pensar...5 años han pasado e incluso más, viví en el desconocimiento y no tuve la oportunidad de entrar a algún curso en que pueda experimentar y ver qué me apasiona y en qué soy buena, todo ese tiempo de estudios lo veo desperdiciado, tantas noches estudiando, estudiando y estudiando y ¿para qué?. Si no se tiene un objetivo todas esas cosas por más básicas o complejas o necesarias simplemente no sirven.

Me doy cuenta de que en mi inocencia y en mi ignorancia no supe ver la importancia de exigir algo extracurricular que me abra la mente, mis padres tampoco nos motivaron a buscar algo aparte y se que las circunstancias económicas también limitaron muchas de esas cosas. Ahora es tarde para los arrepentimientos, sólo queda el vacío...

Veo a mi alrededor a gente tan segura de lo que quiere y siento envidia, veo a los tontos cosechando éxitos y yo con tanta capacidad pero sin saber en qué aprovecharla, estancada, deshecha, sin ninguna motivación. Incluso pienso que aquella persona que se fue de mi vida tuvo suerte, ¿qué destino le esperaba con alguien que no sabe ni lo que va a hacer en 2 meses?
Él seguramente será feliz con alguien tan seguro de lo que quiere como él.
Yo seguiré en el grupo de los marginados, de los olvidados. Desde los 10 años supe que sería así por el resto de mi vida.

De la mano de mi bola negra de ojos vacíos recorro el mundo sin rumbo fijo, como una de los marginados, de aquellas existencias sin significado.





viernes, 15 de mayo de 2015

El fuego

Nunca he sido buena en los asuntos del corazón, más precisamente, en el amor.

He cometido demasiados errores y no quiero justificarme pero los más grandes, los más dolorosos han sido por ignorancia (¿Se salva de culpa aquella persona que no sabía lo que hacía?).
Desconocimiento y miedo, miedo de ser herida, de entregarme completamente a alguien que me había dejado, miedo de darle el poder sobre mí una vez más. Desconocimiento de las cosas banales, de lo que realmente significaba ser infiel o no serlo (honestamente no creo haber sido eso, las cosas siempre estuvieron claras y si hubieron malentendidos fue por el escaso nivel de comunicación que ya teníamos), las inseguridades y el miedo jugaron en mi contra.

Me he visto volviendo metáforas a cada acción y suceso en un punto en que ya no puedo aguantar el dolor y el vacío del corazón (es totalmente agotador, sobre todo si te despierta en la madrugada y no te deja dormir) pues las metáforas brindan belleza a las cosas simples de la vida.

Así vino a mi, casi como en un sueño o el reflejo de mi espíritu, la imagen del fuego.
El fuego interno que quedó y nunca se apagó comenzó a quemar y asfixiarlo todo. Ese fuego hipnotizante, embriagador, comenzó a tomar fuerza, a presentarse cada vez con más furia...y decidí atacarlo. Hacia él le envié cartas, fotografías, palabras, promesas que se quedaron sin cumplir y que se que ya no se cumplirán, las últimas chispas de esperanza, los últimos restos de amor.

Aquel anaranjado iluminó mis ojos, el humo provocaba dolor pero a la vez secaba las últimas lágrimas. Dirigí toda mi furia al fuego, dirigí todo el dolor y ardió más y más...hasta que se apagó.
Es extraño como todo puede reducirse a una pequeña montaña de cenizas, aunque tomó mucho tiempo que todo se quemara (así como tomó mucho tiempo encontrar la valentía para echar las cosas al fuego).

Al final quedó una fina capa de humo elevándose al infinito, recordándome: aquí hubo fuego. 
Aquí en este terreno y aquí en el corazón. 
Hay que limpiarlo todo, sacudirse el polvo y marcharse con la cabeza en alto.
Y mientras me marchaba levanté la mirada y dije: Gracias por el fuego.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Aclaraciones

Se que había declarado una guerra de silencio y pido perdón por ceder, por dar un paso en falso.

Es que a veces es necesario liberarse del peso, ese peso que precede a la levedad.























Esa levedad que conduce a la liberación...al olvido.



martes, 12 de mayo de 2015

Nocturno

Necesito escribir, esta desesperación aumenta, se hace presente una vez más y no se como liberarme de ella.

El vacío que quedó dentro de mi pecho se hace tan infinito en noches como ésta en que tu recuerdo se presenta salvaje, ese lugar sólo te pertenecía y desde que sacaste tus maletas de aquel rincón de mi corazón me he asomado por su ventana y siempre viene la melancolía a acompañarme. Hoy no observo desde la ventana...abrí la puerta y descubrí el polvo y el olvido que me intoxican.

Esta noche fría, tranquila, melancólica, anacrónica te dedico varios nocturnos:
"Nocturno a Rosario"
por Manuel Acuña
(1849-1873)

Pues bien, yo necesito
decirte que te adoro,
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto,
y al grito que te imploro
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.

De noche cuando pongo
mis sienes en la almohada,
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.

Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos;
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.

A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y huir de esta pasión;
mas si es en vano todo
y mi alma no te olvida,
¡qué quieres tú que yo haga
pedazo de mi vida;
qué quieres tú que yo haga
con este corazón!

Y luego que ya estaba?
concluido el santuario,
la lámpara encendida
tu velo en el altar,
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos
la puerta del hogar...

Yo quiero que tú sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías;
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.

¡Que hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo.
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos, un alma sola,
los dos, un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Díos!

¡Figúrate qué hermosas
las horas de la vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!

Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida,
y al delirar en eso
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por ti, no más por ti.

Bien sabe Dios que ése era
mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Dios que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
en el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!

Esa era mi esperanza...
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡adiós por la última vez,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores,
mi mira de poeta,
mi juventud, adiós!



Nocturno en música



Y con este ultimo nocturno mi alma se hace una con la noche, se hace oscura, se apaga, se va a dormir. Después de tanto tiempo hundida en el fondo de un mar espiritual la levedad del alma se comienza a hacer presente, le da alas y le enseña a volar...
este sentimiento de ligereza, de ausencia de peso es liberador y cumple con su cometido sólo hasta que, una vez más, llegue la noche.

domingo, 10 de mayo de 2015

Update: Ser

Se siente extraño.
es el momento en que todas las partes de mi ser al fin se están uniendo.


Sólo esperemos que sea el fin del ciclo, no el comienzo de uno que esté condenado a repetirse. 
(qué cruel y qué cierto a veces aquel mito del eterno retorno).

sábado, 9 de mayo de 2015

Desequilibrio

El tiempo se desliza por mis manos mientras me muestra su sonrisa burlona, esos dientes afilados que me dicen "mira cómo corro, mira cómo no puedes detenerme".

Las horas pasan ágiles, los días se evaporan, se eliminan como el fuego al soplar una vela, dejando sólo una estela de humo... "aquí hubo fuego".
Hay tantas cosas que debo hacer pero no logro concentrarme y se que se debe a una razón: desequilibrio emocional.

Estoy en una etapa en la que intento encontrar mi camino a seguir, me siento como en el país de las maravillas, deambulando, buscando algo que desconozco.


Me siento frustrada, impotente, insegura, débil. Tengo tantas cosas por terminar pero no me importan lo suficiente, después de todo ¿de qué me sirve, si no lo voy a aplicar, si no es lo que quiero hacer?
Desmotivación e  inseguridad, el pan de cada día.

Y el reloj avanza.