jueves, 5 de marzo de 2015

Matemáticas

Había una X que en una fiesta extraña conoció a una Y. Entraron dentro de la misma ecuación por algunas horas, días incluso, con la promesa de volver a hablar...no sucedió.
Así que X suprimió a Y de su ecuación de "posible algo" y lo echó al olvido.
Años después X y Y volvieron a reencontrarse en distintas fórmulas, con distintos valores, juntándose y siendo suprimidos por el destino. Y parecía ser una variable efímera dentro de la ecuación de la vida de X, apareciendo y siendo suprimido después, pero luego decidió entrar y convertirse en una constante, por lo que X y Y se convirtieron en amigos.

No diré que fueron alguna vez amigos cercanos, porque siempre Y tenía un interés oculto, algo misterioso que X no lograba descifrar completamente, tal vez no quería saber, pues X tenía un serio problema a resolver en su ecuación, una tal α que le jodía la ecuación, pues se suprimió pero X aún lo quería dentro de ésta. En otra fiesta extraña en un tiempo distante al inicial X y Y se reencontraron por un lapso de tiempo muy corto pero necesario. X encontró problemas que le obligaron a enfocarse, borrar cosas de su ecuación e intentar resolverla y descubrió a Y intentando entrar en su fórmula más preciada y compleja...su fórmula del amor.

Luego de incertidumbres, de valores incorrectos, de sumas y restas Y logró encajar perfectamente en la fórmula del amor de X, completándola y resolviéndola parcialmente. Había un problema: Y llevaba consigo una Z entre paréntesis, que le había dañado ya varias fórmulas, ecuaciones y hasta teorías completas. El miedo invadió a X  y decidió que lo que resolvería su fórmula sería suprimir  a esa Z del mal.

La belleza, los instantes hermosos y el amor llenaron sus días, sus horas, hasta la mínima expresión posible de tiempo, fusionando sus fórmulas y comenzando a equilibrar la igualdad. Lastimosamente a Y se le desequilibraron los valores del tiempo de manera catastrófica, X intentaba de la manera que sabía y podía de equilibrar la igualdad del lado de Y, pero lastimosamente terminó desequilibrando su lado de la ecuación también. Los momentos hermosos se vieron cubiertos por un sinnúmero de incertidumbres y errores, por lo que Y decidió suprimirse de la ecuación hasta estar en equilibrio.

El caos llegó a X, ese caos que se pronunciaba pero no se hacía presente por fin apareció, la lógica parecía desaparecer, se multiplicaban las tristezas y se hacía infinito el valor  de la soledad y el vacío. Con la ecuación de X toda desordenada, Y quiso volver a ser parte de su ecuación...tuvo varias advertencias del estado en que se encontraba, del caos que la lideraba pero aún así el valor del amor fue más fuerte y lo intentaron.
Qué lástima que la ecuación haya estado tan dañada del lado de X, pues terminó por romper todas las ganas de Y de resolverla, con tanta variable que aparecía y X no quería dejar ir. Así, sin más, X se dio cuenta que no podía seguir con la situación, no podía equilibrar las dos ecuaciones al mismo tiempo, que también estaba dañando la ecuación del lado de Y y por eso lo dejó ir.

Sin ganas ya de seguir factorando, dividiendo, restando, X se encontró con una Y entre paréntesis, imposible de suprimir y que ya no estaría presente como una constante para completar la ecuación...
El valor del tiempo creció y se hizo cruel, su sombra negra cubrió a una X que tan solo hace par meses estaba tan llena de felicidad. En esta etapa tan oscura se dio cuenta que siempre llevó sus ecuaciones descuidadas y sin solución, sin dar equilibrio a la igualdad. Así que ahora X tiene que hacer todas las matemáticas y físicas necesarias para llegar al equilibrio.

¿Pero acaso Y volverá a ser una constante
Volverá a entrar a sus ecuaciones
Volverá a fusionar sus fórmulas con las de X?

¿X vivirá esperando a Y en la incertidumbre del tiempo?
¿X debe olvidar a Y y sacarlo del paréntesis?
¿X debe cerrar las posibilidades de un reencuentro con esa Y?

La historia aún no termina y las ecuaciones están incompletas, X sigue con la esperanza de que Y no encuentre una constante que resuelva sus fórmulas aunque eso está fuera de sus manos.

Mientras tanto X se sienta a hacer matemáticas.
Se concentra en la medida de lo posible.
Intenta no equivocarse.
X se da cuenta que aquella Z en paréntesis jamás se va a suprimir.
Aquella Z es importante, le da forma y belleza a la ecuación de la vida de Y.
Esa ecuación de la que se enamoró.
X ama a Y.
Nada más importa ahora, solo sigue haciendo matemáticas.


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