Hay noches como ésta, donde tu ausencia se siente como finas fibras de vidrio clavándose en mi piel. La angustia y la ansiedad aumentan con cada minuto que pasa, tic tac, tic tac, es de noche, tengo sueño pero no puedo dejar de pensar y recordar.
A veces con el aparecimiento repentino de tu recuerdo también llega Depresión, quitándome los ánimos, abrazándome en su oscuridad, recordándome que hoy es un día más que no te tengo. Mi mente no puede descansar con tantos pensamientos rondando, se mezclan y se enredan hasta parecer un garabato.
Y acompañada de la dulce mirada inquisitiva de Depresión, una serie de sensaciones extrañas, pero absolutamente familiares atraviesan mis sentidos.
La calidez de tus manos cuando se enlazaban con las mías
El verde claro y profundo de tu mirada
Tu suave respiración en mi oído
El tacto de tu dedo dibujando mis labios
El eco de tu voz en mi mente
El gusto metálico de tus besos, sobre todo los primeros
Una lágrima de dolor rueda por mi mejilla
Abro los ojos y despierto
No te encuentro
No hay nadie alrededor
¿Qué era entonces aquello que sentía?
Me descubro a mi misma llena de temor, de verte ahora como un fantasma que hace de las suyas cuando menos lo espero, aquellos dos días de serenidad que apenas acabaron de pasar ahora parecen tan distantes.
Cuando dos personas se unen por suficiente tiempo sus cuerpos se articulan.
Sigues siendo parte de mi, como yo fui parte de ti. Te encuentro en forma de un fantasma que merodea, que da cada paso que yo doy, que juega a las escondidas. Te encuentro en el dolor.
Sigues siendo mi objeto de deseo
La utopía por la que me muevo
La cuestión es ¿hasta cuándo te sentiré?
No hay comentarios:
Publicar un comentario