lunes, 29 de junio de 2015

Daily writing prompt #6


"Escribe acerca del color del cielo el día que ella murió"

El frío de la noche en la ciudad comenzaba a congelar mis huesos, cada escalofrío parecía electricidad recorriendo cada átomo de mi cuerpo mientras estaba sentado en el bordecillo donde a veces ella solía esperarme cuando salía de clases.

Encendí un cigarrillo y al soltar una bocanada miré al cielo: estaba todo oscuro y no me di cuenta el momento en que la tarde se esfumó. Miraba al infinito mientras encontraba pequeños destellos azules, las sobras de una mañana en la que dudaba si debía llamarla o no. Las nubes en el cielo tenían un color gris pálido que iba devorando el blanco a medida que anochecía, las estrellas estaban tan quietas, tan hermosas, brillantes y con ese destello celeste que tanto me recordaba a sus ojos; nunca le dije que intentaba buscar su mirada en cada estrella los días en que no podía verla.

El fuego del cigarrillo tomaba un último respiro, se prendió con mayor fuerza para luego morir en una estela de humo. Giré mi cabeza a la derecha en dirección a los edificios que se erguían enérgicamente como gigantes tumbas de concreto; a pesar que casi todos tenían las luces de sus pisos encendidas me provocaban una sensación de vacío, de que llevaran siglos deshabitados. Encima de ellos una luna completamente blanca y llena reinaba silenciosa en el cielo que cada vez palidecía, se volvía más negro; hace dos horas ella había muerto, lo se porque cuando salí de clases ella no estaba sentada afuera, lo se porque la llamé y contestó su madre intentando evitar un llanto amargo.

Nunca quise escuchar las circunstancias, no quería sentir su dolor, de aquel día olvidé todo lo que sucedió antes de recibir la noticia, olvidé el color que me dijo que tenía el cielo cuando despertó.


viernes, 26 de junio de 2015

Junio del 2010

Curioseando entre los cajones de la memoria, tan amplios y repletos, encontré varias cosas empolvadas en un rincón oscuro: los momentos en que te conocí.

Fue justamente en este mes, pero en el año 2010; un encuentro fortuito y fugaz que archivé y volví a descubrir algunas veces. Es algo muy extraño cuando ves las cosas en retrospectiva casi como si viajaras en el tiempo, reconstruyendo cada pedacito de momento, cada detalle; te conocí y no tuvo la relevancia y la importancia de dimensiones galácticas que tiene ahora. Se necesitaron tres años para establecer conexión.

Revisando en archivos antiguos encontré las primeras conversaciones: tus interminables desvelos estudiando, tus días ayudando a hacer deberes a otros, tus ganas de molestarme y hacerme imposible la vida cuando sabías que había dormido poco y esa noche tampoco podría dormir, la primera vez que me permitiste ver las cosas que escribías y que ahora están abandonadas, las primeras veces que comenzaste a escuchar B.B. King, las primeras veces que quisiste con todas tus fuerzas salvarme de mi misma...

Mi corazón da un vuelco pensando en tantas cosas que olvidé, porque se que olvidaré mucho más en este andar solitario.
La entropía siempre cumple con su cometido.

No me queda más opción que seguir archivando recuerdos, algunos se romperán, otros se llenarán de polvo y se desteñirán, otros se perderán y no los volveré a recuperar.
Pero así son los sentimientos, pasajeros en un tren que recorre toda nuestra vida, suben y bajan en las paradas, unos tienen nombres de lugares, otros de ciencias, de oficios, de flores, otros en cambio tienen nombres de personas...tal como los huracanes.

A pesar que tantas veces he dicho que ya no pensaré más en estas cosas lo sigo haciendo y es que cuando se está angustiada sólo se siente esa necesidad de botarlo y destruirlo todo, pero hay que dejarlo fluir, los sentimientos se toman su tiempo para transformarse, es algo gradual. Este proceso de contracción de sentimientos, de conexiones de dos seres y dos almas hace rato que inició y al igual que el universo algún día acabará convirtiéndose en un punto diminuto, casi imperceptible hasta disolverse en una nada hermosa.

Son ya cinco años, así inició y así está acabando.
Y entonces esta historia terminará de la misma manera en que comenzó: en nada.


¿Y si no fue este mes y fue después?
¿Ves cómo pasa el tiempo, cómo cambia hasta los recuerdos?

miércoles, 24 de junio de 2015

Daily writing prompt #5

Escribe una escena corta comenzando con "Estas son las cosas que ya no deseo comprender".

Éstas son las cosas que ya no deseo comprender: 
El halo de luz amarilla que rodea a la luna en las noches frías, cuando la nostalgia ataca, retuerce el corazón y lo desangra, cuando a cada recuerdo aumentan los latidos y aparece la ansiedad, la ansiedad que se queda dormida de nuevo cuando me acerco a la ventana de la habitación vacía del segundo piso y me pierdo en la inmensidad del cielo, de la casi completa ausencia de luz, que se opaca por aquel halo extraño, difuso, sombrío.

Ya no quiero comprender la lógica detrás de cada acción, he aprendido que tantos números, fórmulas, suposiciones me vuelven más ilógica y que la única verdad existente para mí es la verdad del corazón. Cuántas cosas importantes conservaría ahora si no hubiera hecho caso a la frialdad de las hipótesis, a ese deseo innato de dar explicación hasta al más minúsculo átomo del aire, al planificar pasos, fechas, horarios, incluso circunstancias.

Ya no quiero entender el fluir del cabello con el viento, ya no quiero pensar en la volatilidad de los perfumes, lo efímero de un beso, lo profundo de una mirada y el poder sanador de una sonrisa. Cuando aquellos significados se pierden, cuando sabes que no los puedes recuperar te ves orbitando en el vacío, dando vueltas sin rumbo fijo... Quiero dejar de entender aquellas cosas que se pierden con el tiempo.

Quiero dejar de entender el poder del olvido.


sábado, 20 de junio de 2015

Daily writing prompt #4

"Escribe tu color favorito, mes y ciudades favoritos. Usa esas tres palabras como base para escribir".


Me gusta sentir la lluvia en mi rostro cuando camino de regreso a casa. Éste es uno de esos días de abril en que llueve excesivamente y la ciudad se ve opacada por todas esas nubes oscuras que la cubren, me siento algo cansada pero se que falta poco para llegar.

Debo ser honesta, soy de esas personas que detestan la lluvia y la humedad; para mi desgracia me encuentro en uno de los meses más fríos del año, la gente camina apresuradamente, indiferente, casi sin mirar por donde andan, los autos te salpican de lodo cuando vas a cruzar la calle y los autobuses tienen ese olor extraño, casi metálico que se produce al mezclarse el agua y el sudor de las 30 personas que son transportadas a su destino, pero lo único que me agrada realmente es la sensación del agua refrescando mi rostro. Hoy supe que al igual que el resto de la semana también llovería, lo supe por toda la neblina en el cielo a las seis de la mañana. 

Salí a la calle con unas botas que me llegan casi hasta las rodillas, jeans y cubierta por mi chaqueta azul favorita; decidí ir a una librería, comprar un libro y después ir por un café. Abrí el paraguas, me dirigí al extremo norte de la ciudad y llegué a una pequeña tienda de puerta azul, desde la ventana podías ver una pila de libros sobre varias mesitas y muchos otros dispuestos en los escaparates. En aquel lugar que recién había conocido la mayor parte de los libros se ven viejos, desgastados, empolvados incluso; son libros usados y me gustan mucho más que los que son nuevos porque tienen un aroma particular a pasado, a noches de desvelo, un color ocre en los bordes de cada página, tienen una historia y quién sabe a cuántas personas hicieron llorar, reír, ilusionarse o soñar, antes de quedar inmóviles en una estantería apolillada.

Paseando mi mirada por los cientos de títulos observé un libro de fotografías, lo tomé y abrí una página al azar: era una fotografía de Marienplatz, en Múnich. Recordé cuando estuve en aquella ciudad: el calor del verano, la amabilidad de su gente, las calles llenas de tiendas de ropa, el contraste entre arquitectura contemporánea y el viejo estilo de casas europeo. Con una sonrisa cerré los ojos y deseé estar en aquel lugar que seguramente estaría ya cubierto de flores de la primavera, pero la realidad era que me encontraba en esta ciudad fría. Una ráfaga de viento helado me hizo recordar a qué había ido a la tienda de libros; busqué por tercera vez Ana Karenina en vano, no se si alguien viene a llevársela antes que yo o ya nadie tiene interés en aquella magnífica obra literaria.

Tal vez otro día tenga suerte.
Me quedé sin libro y sin café.
Regresé a casa, sintiendo las gotas de lluvia resbalando por mi rostro.





viernes, 19 de junio de 2015

Daily writing prompt #3

"Escribe un párrafo corto que termine con: Él daría todo por regresar el reloj cinco minutos".

Había entrado al gran salón de paredes color beige con cortinas rojas, caminando a paso rápido pues estaba tarde para una cita en la cafetería del hotel. Mientras caminaba se peinaba con sus dedos aquella melena corta que el jueves se iría a cortar, su rostro sudaba y se notaba la angustia reflejada en aquellos ojos marrones pues estaba tarde y esa sería tal vez la última vez que vería a la muchacha del vestido azul.
Tras recorrer un largo pasillo iluminado levemente con una luz casi anaranjada divisó la puerta de la cafetería, aquel lugar que fue testigo muchas veces de sus rápidos encuentros. Con el corazón a punto de escaparse de su pecho inspeccionó rápidamente el lugar: la mesa de la esquina derecha junto a la ventana estaba vacía.
Preocupado, preguntó a uno de los meseros si no había visto a una muchacha de cabello corto y liso, ojos almendrados y vestido azul sentada en aquella mesa. El mesero respondió: se acaba de marchar hace cinco minutos.

Se dirigió hacia la ventana, observó la calle llena de gente caminando en direcciones opuestas, preguntándose en qué dirección pudo haberse ido ella, sabía que ya no la volvería a ver puesto que ella nunca le dio algún tipo de información personal y precisamente ese día, si él llegaba puntual como siempre a la cafetería, ella por fin le diría quién era y dónde encontrarla. La muchacha del vestido azul ya no volvería y él daría todo por regresar el reloj cinco minutos.



Pd: Perdón que no sea un solo párrafo, la mente vuela a esta hora y no se cómo detenerla.

martes, 16 de junio de 2015

Daily writing prompt #2

"Cuando el teléfono sonó a las 2 a.m. yo supe..."

Supe que me había quedado dormida de nuevo, esperando una respuesta suya, con el computador en mis piernas. Abrí los ojos repentinamente aunque aún con la sensación de embriaguez que deja un sueño interrumpido; vi la luz encendida y regresé a ver a mi izquierda, a la mesita de noche de color caoba. Encima, casi en la esquina estaba el celular vibrando constantemente, indicando que alguien estaba llamando. Era él.

Contesté con la voz baja y ronca, él me pidió disculpas pues también se quedó dormido.
Hablamos por un minuto más y cada uno se despidió para ahora sí dormir correctamente, cada uno en su cama, en su habitación, cada uno separado. Vi la hora y eran las 2 de la mañana, estaba con la misma ropa del día de ayer y en mis piernas se apoyaba el computador apagado, casi volteado hacia la derecha.

Como es costumbre antes de ir a dormir hice un recuento de todo el día y mientras me cambiaba me reproché el haber caído tan fácilmente en los brazos de Morfeo.
Seguramente me quedaba dormida esperando su respuesta por aburrimiento o tal vez como él por cansancio, pero me gusta pensar que me quedaba dormida inconscientemente para encontrarlo entre sueños, poder tenerlo cerca y escuchar sus palabras directamente de sus labios o en todo caso ir a buscarlo, mirar cómo dormía y quedarme ahí cuidándolo. Tal vez solo así lo vería una vez más.

Pero desperté a las 2 a.m., no hubo una respuesta, no hubo una despedida y no lo he vuelto a ver nunca más.
Ya no me vuelvo a quedar dormida con la computadora, esperando su respuesta.


domingo, 14 de junio de 2015

Daily Writing Prompt #1

"Describe los ojos de tu interés sin usar colores"

Los ojos que adoro son como un jardín por la mañana, lleno de rocío
son como el fluir de un riachuelo en la montaña
si me miran, siento la calma.

Los ojos que me gustan, tan fuertes y tranquilos, son de color selva
en ellos me da gusto perderme, pues siempre me muestran el camino
esos ojos muchas veces entrecerrados me reflejan la melancolía de los bellos momentos.

Este par de ojos los encuentro solo en mis sueños.
Ya no los veo más, no es que no quiera, es que no puedo.
Ahora son una utopía, el recuerdo invariable de las cosas que viví con el dueño de aquellos ojos.
Si cierro mis ojos ahí aparecen, observándome
me muestran el camino. pero por más que avanzo no logro alcanzarlos. Son solo un sueño.

Posiblemente algún día ese par de ojos desaparezcan de mis recuerdos
tal vez se borre aquel paisaje nublado del mismo color
tal vez deje ya de ver aquellas pecas cálidas que contrastan perfectamente en aquel mar profundo
y luego me gusten otros ojos, de color manantial, de color rocas, de color pajarito, de color chocolate, de color carbón.

Por el momento sigue enredada en mis pensamientos esa mirada de un instante de amor
de un par de ojos del color del té que bebo por la tarde.
Luego encontraré otro camino, otro paisaje, otro color favorito.