sábado, 20 de junio de 2015

Daily writing prompt #4

"Escribe tu color favorito, mes y ciudades favoritos. Usa esas tres palabras como base para escribir".


Me gusta sentir la lluvia en mi rostro cuando camino de regreso a casa. Éste es uno de esos días de abril en que llueve excesivamente y la ciudad se ve opacada por todas esas nubes oscuras que la cubren, me siento algo cansada pero se que falta poco para llegar.

Debo ser honesta, soy de esas personas que detestan la lluvia y la humedad; para mi desgracia me encuentro en uno de los meses más fríos del año, la gente camina apresuradamente, indiferente, casi sin mirar por donde andan, los autos te salpican de lodo cuando vas a cruzar la calle y los autobuses tienen ese olor extraño, casi metálico que se produce al mezclarse el agua y el sudor de las 30 personas que son transportadas a su destino, pero lo único que me agrada realmente es la sensación del agua refrescando mi rostro. Hoy supe que al igual que el resto de la semana también llovería, lo supe por toda la neblina en el cielo a las seis de la mañana. 

Salí a la calle con unas botas que me llegan casi hasta las rodillas, jeans y cubierta por mi chaqueta azul favorita; decidí ir a una librería, comprar un libro y después ir por un café. Abrí el paraguas, me dirigí al extremo norte de la ciudad y llegué a una pequeña tienda de puerta azul, desde la ventana podías ver una pila de libros sobre varias mesitas y muchos otros dispuestos en los escaparates. En aquel lugar que recién había conocido la mayor parte de los libros se ven viejos, desgastados, empolvados incluso; son libros usados y me gustan mucho más que los que son nuevos porque tienen un aroma particular a pasado, a noches de desvelo, un color ocre en los bordes de cada página, tienen una historia y quién sabe a cuántas personas hicieron llorar, reír, ilusionarse o soñar, antes de quedar inmóviles en una estantería apolillada.

Paseando mi mirada por los cientos de títulos observé un libro de fotografías, lo tomé y abrí una página al azar: era una fotografía de Marienplatz, en Múnich. Recordé cuando estuve en aquella ciudad: el calor del verano, la amabilidad de su gente, las calles llenas de tiendas de ropa, el contraste entre arquitectura contemporánea y el viejo estilo de casas europeo. Con una sonrisa cerré los ojos y deseé estar en aquel lugar que seguramente estaría ya cubierto de flores de la primavera, pero la realidad era que me encontraba en esta ciudad fría. Una ráfaga de viento helado me hizo recordar a qué había ido a la tienda de libros; busqué por tercera vez Ana Karenina en vano, no se si alguien viene a llevársela antes que yo o ya nadie tiene interés en aquella magnífica obra literaria.

Tal vez otro día tenga suerte.
Me quedé sin libro y sin café.
Regresé a casa, sintiendo las gotas de lluvia resbalando por mi rostro.





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